El Ejército de los EE UU estudió fabricar una bomba para provocar la homosexualidad en el enemigo y con ello «minar la moral y la disciplina» de las tropas. La idea era lanzar agentes químicos capaces de alterar las hormonas y hacer que los soldados se sintieran «irresistiblemente atraídos entre sí».
Parece una broma, pero el proyecto fue presentado con toda seriedad al Pentágono en 1994, con un presupuesto previsto de 9,4 millones de dólares para el desarrollo y producción masiva durante seis años de esta arma y otras no menos descabelladas (como la posibilidad de rociar a los enemigos con una sustancia que provocara halitosis «grave y continuada» o mal olor, para hacerlos «fácilmente identificables»).
Parece una broma, pero el proyecto fue presentado con toda seriedad al Pentágono en 1994, con un presupuesto previsto de 9,4 millones de dólares para el desarrollo y producción masiva durante seis años de esta arma y otras no menos descabelladas (como la posibilidad de rociar a los enemigos con una sustancia que provocara halitosis «grave y continuada» o mal olor, para hacerlos «fácilmente identificables»).
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