

Parece una broma, pero el proyecto fue presentado con toda seriedad al Pentágono en 1994, con un presupuesto previsto de 9,4 millones de dólares para el desarrollo y producción masiva durante seis años de esta arma y otras no menos descabelladas (como la posibilidad de rociar a los enemigos con una sustancia que provocara halitosis «grave y continuada» o mal olor, para hacerlos «fácilmente identificables»).
No hay comentarios:
Publicar un comentario