Editor de Belleza.
La cuenta atrás ya ha comenzado. Así que deja de mirarte el ombligo, identifica cuál es tu problema y ponte manos a la obra para conseguirlo.
¿Eres una “mujer balón”? • ¿Cómo saberlo? Si al darte golpecitos en el vientre con la punta de los dedos suena hueco, hay aire dentro. Puede que varíe de volumen a lo largo del día, y que, a veces, te tengas que desabrochar el botón tras un almuerzo copioso. • ¿Por qué yo? ¡Porque tus intestinos son sensibles! Algunas personas pueden comer cualquier cosa, pero tú no. “Puede ser por una mala flora intestinal, intolerancia a ciertos alimentos o una vesícula más lenta, se digiere mal y provoca irritación intestinal”, explica la dra. Marta Aranzadi. ¿Bebes gaseosa? ¿Masticas chicle? No busques más: el aire que tragas tiene que acabar en alguna parte. Además, los antibióticos y el estrés pueden hinchar tu abdomen. • ¿Qué debo hacer? Sobre todo, no tomar decisiones drásticas sobre tu dieta. “Entre los alimentos de riesgo están la lechuga, la leche, el trigo o la manzana cruda”, dice la dra. Aranzadi. También puede ser cuestión de cantidad: “En pequeñas dosis, un alimento se asimila bien, pero en abundancia, no”. • En la mesa. Varía tus menús, ya que las dietas monótonas debilitan más los intestinos. Ensaladas, sí, pero alternando crudas y cocidas. En lugar de lechuga iceberg, elige escarola, canónigos o berros. Varía también la fruta: mejor la de temporada, madura y pelada. Evita los alimentos muy calientes o muy fríos, porque el choque térmico causa espasmos y gases. Bebe mucha agua a lo largo del día y come a horas fijas, sin prisa, masticando a conciencia cada bocado. Espera dos horas tras la cena antes de acostarte, para hacer la digestión. • ¿Qué deporte? Hacer abdominales puede acentúar el dolor. “Nadar, bicicleta o andar rápido es sufi ciente. Bastan 20 minutos, dos o tres veces a la semana”, explica la dra. Aranzadi. ¿Eres una “chica de peso”? • ¿Cómo saberlo? Si al tamborilear en el vientre suena “lleno”, como si estuviera repleto de agua, ¡debajo hay grasa! • ¿Por qué yo? Porque la densidad de la grasa abdominal es hasta cierto punto una cuestión genética y porque, con los años, hasta las cinturas de avispa se ensanchan. Un poco de relajación en la mesa, menos deporte y el bajón hormonal de la menopausia tienen la culpa, según la dra. Itziar Digón, de la clínica Bari. • ¿Qué debo hacer? “Lo primero es averiguar si es grasa periabdominal (entre los abdominales y la piel) o intra-abdominal (bajo los músculos) –previene la dra. Digón–. La primera puede perderse, pero la segunda puede ser precursora de enfermedades metabólicas (colesterol, hipertensión, diabetes…)”. • En la mesa. Vigilar la grasa y el azúcar, que se acumulan como grasa intra-abdominal, y los alimentos que puedan esconderlos: precocinados, empanados, dulces… ¿Y el alcohol? Otro traidor: es un azúcar que se transforma en triglicéridos, que se suelen alojar en el vientre. Incluye en tu menú proteínas (carne, pescado, huevos), ya que participan en los mecanismos que movilizan la grasa. Legumbres, arroz, pasta o patatas no deben estar en tu plato más de dos veces a la semana y nunca para cenar. De postre, lácteos desnatados o fruta. Además, cocina con poca grasa y controla el estreñimiento. • ¿Qué deporte? La dra. Digón tiene una premisa: “La menopausia nos tiene que coger musculadas y delgadas”. La grasa peri-abdominal desaparece al hacer ejercicio, pero la intra-abdominal se resiste. Para quemarla necesitas trabajo cardiovascular –footing, bicicleta, cinta de correr– tres veces por semana, en sesiones de 30 o 40 minutos. La dra. Digón también propone gimnasia hipopresiva, para potenciar la musculatura abdominal y el suelo pélvico. ¿Eres una “mujer cojín”? • ¿Cómo saberlo? Si al toser el vientre sale, los abdominales brillan por su ausencia. • ¿Por qué yo? Ha llegado el momento del ejercicio regular. Digón es clara: “Incluso siendo delgado y joven, el vientre distendido y hacia fuera es signo de sedentarismo”. • ¿Qué debo hacer? Construye o reconstruye una franja abdominal digna de ese nombre. Al principio necesitarás la supervisión de un profesional, ya que te arriesgas a realizar mal los ejercicios y hacerte daño. Sé realista y fíjate objetivos que puedas cumplir. Aunque hayan estado abandonados mucho tiempo, los abdominales responden bien al esfuerzo. El método Pilates es, tal vez, uno de los más benévolos y completos porque busca constantemente mantener el ombligo lo más próximo posible a la espalda, de manera suave y profunda. También es importante que te acostumbres a mantener la espalda recta, tanto si permaneces sentada como de pie. De esta manera, evitarás que se envicie la distensión abdominal. En la mesa. Si estas delgada no hay restricción alguna, pero presta especial atención a darles a tus músculos todo lo que necesitan. Tu plato preferido debe estar compuesto por proteínas con pocas grasas: pescado, carnes magras, huevos...
¿Eres una “mujer balón”? • ¿Cómo saberlo? Si al darte golpecitos en el vientre con la punta de los dedos suena hueco, hay aire dentro. Puede que varíe de volumen a lo largo del día, y que, a veces, te tengas que desabrochar el botón tras un almuerzo copioso. • ¿Por qué yo? ¡Porque tus intestinos son sensibles! Algunas personas pueden comer cualquier cosa, pero tú no. “Puede ser por una mala flora intestinal, intolerancia a ciertos alimentos o una vesícula más lenta, se digiere mal y provoca irritación intestinal”, explica la dra. Marta Aranzadi. ¿Bebes gaseosa? ¿Masticas chicle? No busques más: el aire que tragas tiene que acabar en alguna parte. Además, los antibióticos y el estrés pueden hinchar tu abdomen. • ¿Qué debo hacer? Sobre todo, no tomar decisiones drásticas sobre tu dieta. “Entre los alimentos de riesgo están la lechuga, la leche, el trigo o la manzana cruda”, dice la dra. Aranzadi. También puede ser cuestión de cantidad: “En pequeñas dosis, un alimento se asimila bien, pero en abundancia, no”. • En la mesa. Varía tus menús, ya que las dietas monótonas debilitan más los intestinos. Ensaladas, sí, pero alternando crudas y cocidas. En lugar de lechuga iceberg, elige escarola, canónigos o berros. Varía también la fruta: mejor la de temporada, madura y pelada. Evita los alimentos muy calientes o muy fríos, porque el choque térmico causa espasmos y gases. Bebe mucha agua a lo largo del día y come a horas fijas, sin prisa, masticando a conciencia cada bocado. Espera dos horas tras la cena antes de acostarte, para hacer la digestión. • ¿Qué deporte? Hacer abdominales puede acentúar el dolor. “Nadar, bicicleta o andar rápido es sufi ciente. Bastan 20 minutos, dos o tres veces a la semana”, explica la dra. Aranzadi. ¿Eres una “chica de peso”? • ¿Cómo saberlo? Si al tamborilear en el vientre suena “lleno”, como si estuviera repleto de agua, ¡debajo hay grasa! • ¿Por qué yo? Porque la densidad de la grasa abdominal es hasta cierto punto una cuestión genética y porque, con los años, hasta las cinturas de avispa se ensanchan. Un poco de relajación en la mesa, menos deporte y el bajón hormonal de la menopausia tienen la culpa, según la dra. Itziar Digón, de la clínica Bari. • ¿Qué debo hacer? “Lo primero es averiguar si es grasa periabdominal (entre los abdominales y la piel) o intra-abdominal (bajo los músculos) –previene la dra. Digón–. La primera puede perderse, pero la segunda puede ser precursora de enfermedades metabólicas (colesterol, hipertensión, diabetes…)”. • En la mesa. Vigilar la grasa y el azúcar, que se acumulan como grasa intra-abdominal, y los alimentos que puedan esconderlos: precocinados, empanados, dulces… ¿Y el alcohol? Otro traidor: es un azúcar que se transforma en triglicéridos, que se suelen alojar en el vientre. Incluye en tu menú proteínas (carne, pescado, huevos), ya que participan en los mecanismos que movilizan la grasa. Legumbres, arroz, pasta o patatas no deben estar en tu plato más de dos veces a la semana y nunca para cenar. De postre, lácteos desnatados o fruta. Además, cocina con poca grasa y controla el estreñimiento. • ¿Qué deporte? La dra. Digón tiene una premisa: “La menopausia nos tiene que coger musculadas y delgadas”. La grasa peri-abdominal desaparece al hacer ejercicio, pero la intra-abdominal se resiste. Para quemarla necesitas trabajo cardiovascular –footing, bicicleta, cinta de correr– tres veces por semana, en sesiones de 30 o 40 minutos. La dra. Digón también propone gimnasia hipopresiva, para potenciar la musculatura abdominal y el suelo pélvico. ¿Eres una “mujer cojín”? • ¿Cómo saberlo? Si al toser el vientre sale, los abdominales brillan por su ausencia. • ¿Por qué yo? Ha llegado el momento del ejercicio regular. Digón es clara: “Incluso siendo delgado y joven, el vientre distendido y hacia fuera es signo de sedentarismo”. • ¿Qué debo hacer? Construye o reconstruye una franja abdominal digna de ese nombre. Al principio necesitarás la supervisión de un profesional, ya que te arriesgas a realizar mal los ejercicios y hacerte daño. Sé realista y fíjate objetivos que puedas cumplir. Aunque hayan estado abandonados mucho tiempo, los abdominales responden bien al esfuerzo. El método Pilates es, tal vez, uno de los más benévolos y completos porque busca constantemente mantener el ombligo lo más próximo posible a la espalda, de manera suave y profunda. También es importante que te acostumbres a mantener la espalda recta, tanto si permaneces sentada como de pie. De esta manera, evitarás que se envicie la distensión abdominal. En la mesa. Si estas delgada no hay restricción alguna, pero presta especial atención a darles a tus músculos todo lo que necesitan. Tu plato preferido debe estar compuesto por proteínas con pocas grasas: pescado, carnes magras, huevos...
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